ARCHIVO 333

Me senté a observar y vi el brillo de tus ojos tan lejanos, se repetían constantemente luces que me dejaban ciega para ver hacia dentro.

Ese adentro inundado donde nadé con risa de susurro de una voz que nunca olvidas.

¿Eres tu? Pareces una flor marchita o son tus sin sabores o tus grises tibios, que te definen, la barca para volar al infinito, circuito del alma sin inicio conocedor del fin sin hablarlo al oído.

Maté todo, tu marchites, me vi en ella y le di brillo, navegué por tus aguas turbias para darle calidez a tus labios tibios.

Esos que saben como hacerme volar para verme desde el abismo sin miedo a saltar, solo escucho las voces conocedoras de la vida pues del amor no se habla, el se vive, como la muerte.